lunes, 3 de noviembre de 2014

EL PROTAGONISTA DE LA SEMANA


 Es una actividad conocida por muchos docentes, especialmente de la etapa de Educación Infantil, cuya idea original pertenece a Carmen Ibáñez Sandín (1992) y que consiste en dedicar una semana a aprender sobre cada alumno de la clase: observamos su aspecto y características físicas, sus gustos, sus capacidades  y habilidades (enfocadas desde una visión positiva de logros), sus rasgos de personalidad; obtenemos información sobre su entorno, su familia y procedencia, sus amigos fuera del colegio, etc. Procuramos recoger –con ayuda de las familias- todo aquello que pueda ayudarnos a conocer más a nuestro “amigo”.
A lo largo de la semana dedicamos un ratito cada día para abordar un aspecto diferente y registramos toda esa información obtenida en un libro muy especial.


Los maestros de Educación Infantil solemos llevarla a cabo para que nuestros alumnos se observen y observen a otros, y así, desde esta experiencia, se aproximen a un mejor conocimiento interpersonal. Creemos que esta actividad contribuye a que los niños tengan una imagen ajustada y positiva de sí mismos, se sientan valorados, aceptados y queridos, desarrollando así su autoestima, al igual que contribuye a favorecer la interiorización y vivenciación de nuestras diferencias y aprenden a respetarlas.

El desarrollo de la misma, permite mostrar abiertamente que TODOS somos diferentes desde diversos aspectos: sociales (procedencia geográfica, cultural,  nivel socioeconómico, rol social,…), personales (en cuanto a nuestro aspecto físico, herencia, sexo,…) o psicológicos (conocimientos previos, estilos de aprendizaje, capacidades, maneras de comunicarnos, ritmos de trabajo, atención, motivación, intereses, relaciones afectivas,…)
Y nos permite reforzar – además de la expresión y la comunicación- las habilidades sociales de nuestros alumnos, favoreciendo que podamos abordar aspectos como: la afirmación y aceptación personal, la expresión de sentimientos, la empatía, la valoración positiva del otro, la resolución de problemas, el autocontrol, la relación con otros,…


El fundamento de esta experiencia se basa en la necesidad de atender a nuestros alumnos, de tratar a cada uno de ellos, de manera personalizada y especial, de respetar sus intereses reales y hacer posible que los aprendizajes sean significativos y funcionales, de implicar a las familias con la escuela, de mejorar las habilidades prosociales y favorecer la comunicación a través de una estructura sistemática de actividades de expresión oral.

 
(Fuente imágen: Revista Maestra de Infantil)

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